7.11.03

SAY, SAY, SAY (en la carretera)

Los martes y los jueves son cansados, cansadotes, cansadísimos-dísimos... Mi primera clase es a las 7 de la mañana, lo cual implica que debo levantarme a las 5, lo cual implica que siempre me doy 5 minutos más y luego otros 5 minutos más y de pronto: ¡apenas tengo tiempo para bañarme, vestirme, hacerme mi cola de caballo, arreglarme!

Del desayuno mejor no hablamos.

Y me lanzo.

El largo camino al cerro tecnológico.

Entre bostezo y bostezo lo admito: Me gusta hacer este viaje diariamente. Así, solita, con mi música (yeah, yeah, yeah!) a todo volumen. Con el sol que comienza a salir (esa luz gorda, amarilla y bestialemente bella), con el frío en las manos (¡ya hace frío aquí!), con los labios resecos (amanezco siempre con los labios resecos), con el olor a mi té de cada día (¿ya les dije que dejé el café?).

Entre bostezo y bostezo pienso: qué hice ayer, qué voy a hacer hoy, me siento tan bien, me gusta lo que me puse, oh, no limpié el zapato izquierdo, cómo me gustaría tener un anillo de plata con piedra azul, esos chavos que venden periódico tiene frío o si no ¿por qué bailan en la esquina?

Entre bostezo y bostezo: digo digo digo, lo que siento en ese instante porque nadie mescucha, lo que deseo en ese instante porque nadie me va a decir que no, uso the ch word sin temor a que el más pequeño la repita por todo el kinder John Locke (kinder yoko ono entre nosotros). Digo, me digo, que el mundo es mío, que ese sol que está a punto de cegarme es mío también... digo, me digo, que necesito dejarme de chingaderas y volver a tomar café... digo, me digo, la manda es hasta diciembre aguanta sylvia aguanta... digo, me digo, que soy feliz.

Soy feliz cuando viajo en carretera. En mi carretera, en mi carro, con mi vaso térmico de té entre mis piernas y escuchando la música que forma parte de mí.

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