Donde vivo hay una polvareda diaria. Polvareda que nos obliga a nosotras, amas de casa de residencial de interés social, a barrer prácticamente a diario.
Ellas, las que no trabajan, barren por la mañana.
Nosotras, las que trabajamos, barremos por la tarde.
No faltará la muy aseadita que lo hace en la mañana y en la tarde.
Y todas ponemos nuestra canción favorita para barrer. Ayer cuando me iba al trabajo la de al lado tenía a Shakira. Antier, por la tarde, la de enfrente escuchaba a Joan Sebastian.
Yo también pongo música para barrer. De hecho, pocas cosas hago en la vida sin música. Y saco mi escobita y mi recogedor y comienzo a barrer justo después de subirle el volumen a Backdrifts de Radiohead, y canto:
We're rotten fruit
We're damaged goods
What the hell we've got nothing more to lose
One gust and we will probably crumble
We're backdrifters
Y seguramente soy la freak de este residencial de interés social por escuchar esta música... cosa que en realidad no me importa y mientras el polvo, la basura se niega a salir de los rincones repito:
We tried but there was nothing we could do
Nothing we could do
Y ante la imposibilidad de dejar el piso rechinando de limpio simplemente paso el trapeador medianamente bien y me digo que no hay nada más qué hacer. Guardo, escoba, recogedor, trapeador y me siento a descansar.
There, there.
16.1.04
THE TOOTH FAIRY (a sylvita le duele la muela)
Es un sueño recurrente.
Estoy sentada frente a la mesa a punto de comer macarrones con queso. Me saboreo y paseo mi lengua sobre mis labios. Luego intento pasearla atrás de mis dientes (no sé por qué) y de pronto comienzan a caer, uno a uno, mis dientitos. Pongo mi mano derecha en forma de ollita y ahí caen, unos en pedacitos, otros hechos casi pomada. Mis dientes, mis dientes se caen.
Es una sensación bien fea.
Por mucho tiempo me pregunté qué significaba ese sueño pero con la madurez vienen ciertas certezas y mi sueño poco tiene de simbolismos espirituales o filosófico trascendentales. Simplemente: se me van a caer los dientes si sigo siendo tan descuidada.
Ya llevo tres. Una muela de atrás, y dos muelitas de arriba, una al ladito del colmillo (lo cual me hace un hueco que detesto) y otra más atrás desas llamadas premolar (pobrecita ni a muela llegaba y ya me la sacaron).
Mi ausencia de muelas me pone triste. No quiero que mi sueño se haga realidad. Y de pronto añoro esa época en que mis dentistas rogelio y enrique cuidaban mi dentadura completa... si me vieran ahora, ooh vergüenza papito, o vergüenza (como dice el hijo del silvestre).
¿Qué rollo con los dientes? Ahora se supone que debo recurrir a unas dichosas porcelanas (que valen lo mismo que mi cocina nueva), ahora se supone que debo ser más cuidadosa pero me pongo de unos nervios.
Definitivo, una nunca aprecia sus dientes tanto como cuando los ve perdidos.
Estoy sentada frente a la mesa a punto de comer macarrones con queso. Me saboreo y paseo mi lengua sobre mis labios. Luego intento pasearla atrás de mis dientes (no sé por qué) y de pronto comienzan a caer, uno a uno, mis dientitos. Pongo mi mano derecha en forma de ollita y ahí caen, unos en pedacitos, otros hechos casi pomada. Mis dientes, mis dientes se caen.
Es una sensación bien fea.
Por mucho tiempo me pregunté qué significaba ese sueño pero con la madurez vienen ciertas certezas y mi sueño poco tiene de simbolismos espirituales o filosófico trascendentales. Simplemente: se me van a caer los dientes si sigo siendo tan descuidada.
Ya llevo tres. Una muela de atrás, y dos muelitas de arriba, una al ladito del colmillo (lo cual me hace un hueco que detesto) y otra más atrás desas llamadas premolar (pobrecita ni a muela llegaba y ya me la sacaron).
Mi ausencia de muelas me pone triste. No quiero que mi sueño se haga realidad. Y de pronto añoro esa época en que mis dentistas rogelio y enrique cuidaban mi dentadura completa... si me vieran ahora, ooh vergüenza papito, o vergüenza (como dice el hijo del silvestre).
¿Qué rollo con los dientes? Ahora se supone que debo recurrir a unas dichosas porcelanas (que valen lo mismo que mi cocina nueva), ahora se supone que debo ser más cuidadosa pero me pongo de unos nervios.
Definitivo, una nunca aprecia sus dientes tanto como cuando los ve perdidos.
2.1.04
AÑO NUEVO CASA NUEVA (los pormenores de la ya platicada transición)
Y cuando despertamos José Maytorena, el Manuel y la pickupcita para la mudanza ya estaban ahí. Al pie de la puerta. A mover, a sacar, a subir, a transladar, a meter, a acomodar. Viajes pacá, viajes pallá. Nunca fue más largo y más frecuente el camino de Capistrano a Villa Residencial Bonita.
A Juanantonio sólo le preocupaban sus juguetes. A sylvia cómo iba a acomodar el sillón, los dos libreros, ¡los libros, los discos, la ropa... LOS ZAPATOS! para superficialidades me pinto sola.
Y todo se fue.
Mis muebles abandonaron la habitación que ocupé los últimos 4 años. Mis recuerdos se acomodaron en otra habitación. Donde tendrán que hacerle lugarcito a otros recuerdos.
Cajones, cajas, carritos, ¿dónde pongo esto? ¿y aquello?
Sábado 27. Juanantonio (el último ítem que se trasladó al nuevo hogar) llega somnoliento. Directo a su cama sin más averiguaciones. Yo tenía semanas, meses, preguntándome cómo iba a tomar este cambio y resulta que él lo tomó de la misma manera en que ha tomado el resto de las cosas vitales: de la manera más sencilla.
Yo, acomodo cajones, empujo cama, pongo sábanas, papel de baño, jabones, un tapete, una lámpara, las fotos de las abuelas. Quiero amanecer y que lo que vea sea lo más parecido a lo que tengo siglos planeando. Soy realmente rara pues no me duermo hasta que hago mi clasificación de libros, separo a villoro de tolkien y a yoshimoto de marías... a cada uno su lugar. No duermo fácilmente hace un frío de la chingada. Me tapo más. No duermo fácilmente, hay nuevos sonidos, y la ausencia de otros.
Al final, me dejo arrullar por el sonido del refri. Este refri fue de mis padres. El brrr brrr que antes odiaba se convierte en un compañero tranquilizante, como un compañero de meditación que me permite cerrar los ojos finalmente.
Domingo 28. ¿Ya vamos a vivir aquí? es la pregunta de la mañana, sip. Ya. Hips y hurras por parte del de casi cinco.
¡Éjele ya nos cambiamos!
A Juanantonio sólo le preocupaban sus juguetes. A sylvia cómo iba a acomodar el sillón, los dos libreros, ¡los libros, los discos, la ropa... LOS ZAPATOS! para superficialidades me pinto sola.
Y todo se fue.
Mis muebles abandonaron la habitación que ocupé los últimos 4 años. Mis recuerdos se acomodaron en otra habitación. Donde tendrán que hacerle lugarcito a otros recuerdos.
Cajones, cajas, carritos, ¿dónde pongo esto? ¿y aquello?
Sábado 27. Juanantonio (el último ítem que se trasladó al nuevo hogar) llega somnoliento. Directo a su cama sin más averiguaciones. Yo tenía semanas, meses, preguntándome cómo iba a tomar este cambio y resulta que él lo tomó de la misma manera en que ha tomado el resto de las cosas vitales: de la manera más sencilla.
Yo, acomodo cajones, empujo cama, pongo sábanas, papel de baño, jabones, un tapete, una lámpara, las fotos de las abuelas. Quiero amanecer y que lo que vea sea lo más parecido a lo que tengo siglos planeando. Soy realmente rara pues no me duermo hasta que hago mi clasificación de libros, separo a villoro de tolkien y a yoshimoto de marías... a cada uno su lugar. No duermo fácilmente hace un frío de la chingada. Me tapo más. No duermo fácilmente, hay nuevos sonidos, y la ausencia de otros.
Al final, me dejo arrullar por el sonido del refri. Este refri fue de mis padres. El brrr brrr que antes odiaba se convierte en un compañero tranquilizante, como un compañero de meditación que me permite cerrar los ojos finalmente.
Domingo 28. ¿Ya vamos a vivir aquí? es la pregunta de la mañana, sip. Ya. Hips y hurras por parte del de casi cinco.
¡Éjele ya nos cambiamos!
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